La edición 2016 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22) se celebró en la ciudad de Marrakech, Marruecos, entre el 7 y el 18 de noviembre, con la presencia de más de 20.000 delegados de todo el mundo. El programa incluyó una serie de eventos paralelos donde participaron instituciones nucleares internacionales resaltando los beneficios de esta fuente de energía para enfrentar esta urgente problemática.
En línea con el Acuerdo de París –adoptado el 12 de diciembre de 2015 durante la COP21 en Francia y cuya firma se abrió en abril de este año- los países participantes de la COP22 se comprometieron a aplicar medidas a fin de cumplir el objetivo de mantener el incremento de la temperatura global por debajo de los 2°C respecto de los niveles preindustriales y tratar de que ese aumento se limite a 1,5°C. Fue así que se presentaron alternativas para lograr el cometido, entre las cuales la energía nuclear estuvo presente.
Pero, ¿qué es el cambio climático y qué sucedería si no se logra un freno real? ¿Por qué esta problemática tiene carácter de urgencia? ¿Es posible hacer algo al respecto? Para responder a estos interrogantes retomamos las explicaciones del Dr. Vicente Barros, uno de los mayores expertos argentinos en el tema: “Cuando se habla de Cambio Climático en realidad se está haciendo referencia a un proceso que se inició hace unos 100-150 años después del comienzo del período industrial, y que probablemente se extenderá por un siglo más, según lo que haga la humanidad. Siempre ha habido cambios climáticos por motivos naturales, pero el concepto que hoy se utiliza como Cambio Climático refiere a aquel que es producido por el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero por causas antropogénicas. Dentro de las emisiones se destaca fundamentalmente el dióxido de carbono, que es el más importante, el que más está creciendo, y el que se produce por la quema de combustibles para generación de energía (transporte, producción de electricidad y de calor). Se trata de hidrocarburos: petróleo, gas y carbón. Este último es el más perjudicial, porque sus emisiones por unidades de energía son mayores (casi el doble que en el gas)”.
En cuanto a los impactos que trae aparejada esta preocupante situación, el Dr. Barros expresó: “El primero de ellos es el aumento del nivel del mar, que creció unos 17 cm en el siglo pasado y que se ha acelerado en los últimos veinte años (arriba de 2cm por década). El segundo es un gran incremento en la frecuencia de las precipitaciones intensas, tormentas, y olas de calor, que causan daños de todo tipo y muchas muertes. Como contrapartida, el Cambio Climático ha provocado una reducción de las precipitaciones en las zonas de latitudes bajas y subtropicales del Hemisferio Norte, desde México y el sudoeste de Estados Unidos, Centro América, pasando por el Mediterráneo, la zona sur del Sahara, hasta el Medio Oriente. Si bien se trata de zonas donde las lluvias son relativamente escasas, la situación se ha estado agravando”.
“Uno de los grandes objetivos de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático –agregó- es que el calentamiento no vaya más allá de los 2°C. Si el límite de 2°C (2°C por encima de la temperatura del período preindustrial) se traspasa, podría agravarse la situación: entraríamos en un ambiente desconocido, porque en los últimos 500.000 años hubo pocos momentos en los que se superó esa temperatura”.
De acuerdo con las consideraciones del especialista, para reducir las emisiones se abren dos líneas en materia energética: “Una es lograr una mayor eficiencia en el uso de la energía. La otra refiere al reemplazo de fuentes: se deben sustituir, por supuesto primero de forma parcial, aquellas a base de hidrocarburos, proponiendo en su lugar las energías renovables y la nuclear. En el caso de la energía solar se estima que esa competitividad será posible en la próxima década, y habrá que ver qué ocurre con la nuclear, pero creo que si el barril del petróleo sube a 60 dólares podría ser competitiva. De todos modos, no hay una receta universal: cada país tendrá sus alternativas para reducir emisiones. Por ejemplo, Inglaterra y Francia apuestan muchísimo a la energía nuclear, pero la elección de las fuentes depende de las condiciones y necesidades de cada país”.
Energía nuclear frente al cambio climático: una apuesta sustentable
Especialistas del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) formaron parte de varios eventos que se concretaron en forma paralela a la COP22. Explicaron las ventajas ambientales de la nucleoelectricidad -según informó el OIEA- en términos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como también se hizo hincapié en el uso de técnicas nucleares para solucionar el deterioro de la calidad del agua y la contaminación.
Vale recordar que el Organismo publica anualmente un informe sobre “Energía Nuclear y Cambio Climático”, un extenso documento que año tras año vuelve a instalar el tema en agenda. En su edición 2016 (difundido con anterioridad a la COP22) se enfatizó “El papel de la innovación nuclear en la mitigación del Cambio Climático”, indicando –entre otras grandes conclusiones-: “Hay muchas oportunidades en innovación nuclear para abordar el cambio climático. Se están tomando medidas activas como resultado del Acuerdo de París para asegurar un papel continuo por parte de la energía nuclear. Aunque el nivel de inversión en I+D debe aumentarse para afrontar este reto, el costo adicional se justifica porque se evitan emisiones de CO2 con el suministro de energía baja en carbono (..), y por la extensión de la tecnología nuclear en aplicaciones no eléctricas”.
Por otro lado, la Corporación Estatal rusa Rosatom y la Asociación Nuclear Mundial (WNA, por sus siglas en inglés) organizaron un espacio conjunto de debate en el marco de la COP22 sobre el potencial de la energía nuclear como “fuente de bajo carbono” coincidiendo en que “debe ser parte de la respuesta global al cambio climático”. Estas reflexiones fueron ampliadas por Kirill Komarov -Primer Subdirector General de Desarrollo Corporativo y Negocios Internacionales de Rosatom- y Agneta Rising -Directora General de la Asociación Nuclear Mundial (WNA) en conferencia de prensa, a lo que sumó otro evento paralelo focalizado en la experiencia rusa (principalmente sobre la línea de reactores VVER) y su contribución a la mitigación de los gases de efecto invernadero.
Según informó la WNA, Agneta Rising solicitó a la Conferencia de las Partes que aclare que la energía nuclear será parte de su respuesta para tener éxito en las acciones sobre el cambio climático. En la rueda de prensa organizada por la Delegación rusa sostuvo que “Francia, Suecia, Suiza y la provincia canadiense de Ontario han logrado más del 80% de generación de electricidad baja en carbono utilizando la energía nuclear en armonía con las fuentes renovables», advirtiendo asimismo que eso es lo que necesita el mundo “si queremos alcanzar los objetivos establecidos por el Acuerdo de París».
También aseguró que “la electricidad es una parte vital de nuestro mundo moderno” y que resulta fundamental el acceso global a una electricidad confiable y asequible, lo que “debe concretarse con fuentes de bajas emisiones”. En ese sentido, ponderó el rol de la energía nuclear también en su capacidad para promover el desarrollo sostenible.
Pero ¿cuál ha sido el aporte ambiental del sector nuclear? De acuerdo a un comunicado emitido por WNA, “en los últimos 45 años, la generación nuclear ha evitado el equivalente a dos años de las emisiones totales de dióxido de carbono, cerca de 80.000 millones de toneladas de CO2”. Además, la WNA advirtió que “los miembros de la industria nuclear del mundo han acordado para el 2050 el objetivo de sumar al parque nuclear mundial unos 1000 GW de generación eléctrica, a fin de que pueda dar respuesta al 25% de la demanda mundial de electricidad”.
En particular, Agenta Rising señaló: «Debido a que el Acuerdo de París convoca a una mayor ambición por parte de los países, creemos que es vital la descarbonización en el sector eléctrico para el 2050, con un trabajo en armonía de la energía nuclear junto con otras formas de generación de bajo carbono. Las Partes deberían seguir el ejemplo actual de Rusia y otorgarle la misma importancia a la nuclear como una solución dentro de las opciones de mitigación”.
Por su parte, el Primer Subdirector General de Desarrollo Corporativo y Negocios Internacionales de Rosatom, Kirill Komarov, manifestó que para satisfacer la creciente demanda eléctrica y combatir el cambio climático “la solución más eficaz es ampliar el uso de la nucleoelectricidad».
Durante la conferencia de prensa, el ejecutivo ruso subrayó: “La COP es el evento mundial más importante encaminado a resolver los problemas del desarrollo sustentable de todos los países del mundo. El año pasado se firmó el Acuerdo de París, que confirmó el enfoque de todas las naciones para llevar a cabo medidas urgentes para reducir las emisiones de carbono a la atmósfera”.
“La humanidad –continuó- se encuentra ante un desafío difícil. Por un lado, la aceleración del progreso tecnológico y el crecimiento de la población mundial provocan una demanda adicional de electricidad. Por otra parte, la comunidad internacional se enfrenta a la verdadera amenaza del cambio climático. Para evitarlo es necesario revisar todo el sistema energético global con el objetivo de reducir las emisiones de carbono. Creemos que en estas circunstancias, la solución más eficaz es ampliar el uso de la generación nucleoeléctrica”.
Entre las tecnologías de generación de eléctrica que tienen un impacto mínimo en el medio ambiente la energía nuclear encuentra un lugar destacado. Las centrales nucleares no producen emisiones de gases de efecto invernadero durante su operación y están muy bien posicionadas en términos de eficiencia. “En efecto, según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, 1 kg de combustible de uranio tiene la misma eficiencia energética que la quema de 98 toneladas de carbón”, informó Komarov.
Al mismo tiempo, en lo que respecta al papel de la energía nuclear, remarcó que “no pretendemos oponerla a las fuentes renovables, aunque esto se está convirtiendo en un debate cada vez más popular”. “En nuestra opinión, la cuestión no es cuál es el mejor recurso de energía, sino de qué modo se puede lograr un equilibrio entre los distintos tipos de generación. En este sentido, la energía nuclear y las renovables no deben excluirse mutuamente: cada una tiene sus propias ventajas, modelos de aplicación y limitaciones”.
“Por ejemplo, nuestra empresa, siendo de base nuclear, está invirtiendo ahora en parques eólicos: este movimiento estratégico, que significa la diversificación de tecnologías bajas en carbono, comenzó el año pasado, y para el año 2018 lanzaremos el primer parque eólico en el sur de Rusia. Las inversiones rondan los 1.000 millones de Euros. Confiamos en que el futuro de la energía se encontrará en un equilibrio diversificado de tecnologías de bajas emisiones de carbono, lo que proporciona asequibilidad, seguridad de suministro y un impacto medioambiental mínimo. La clave es una combinación inteligente de las fuentes limpias”, precisó el experto.
La opinión del Dr. Jaime Pahissa Campá, presidente de la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear (AATN)
La problemática del clima es una urgencia que requiere de acciones inmediatas y genuinamente comprometidas.
Las fuentes renovables son muy importantes e interesantes -y hasta románticas podríamos decir, porque utilizan los elementos naturales del sol y el viento-, pero lamentablemente no son confiables en cuanto a su presencia: cuando no hay viento o sol, no hay generación. Eso hace que la intermitencia nos dé un rendimiento de un 40% en el mejor de los casos, a lo que se le suma el problema adicional del voltaje, pues cuando varía el recurso (más o menos viento o sol) se altera la generación. Por supuesto que no podemos prescindir de ninguna energía que sea limpia en emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), pero cada una debe jugar el rol que le corresponde respecto a su capacidad y calidad de producción. Basarnos en fuentes intermitentes conllevaría a un back up con combustibles fósiles, con lo cual la rebaja de carbono a la atmósfera sería muy pobre.
En cuanto a la nuclear, hoy en día -y hasta tanto no se descubra una alternativa superadora- debemos considerarla como energía de base por ser segura, confiable, con alta disponibilidad, económicamente competitiva y, fundamentalmente, sustentable, sin emisión de GEI. Por otro lado, como energía de punta es imposible excluir las térmicas, las cuales entran y salen rápidamente de servicio dando respuesta a las demandas pico, atendiendo las variaciones súbitas de demanda eléctrica, aunque en ese caso se deberían implementar las técnicas de captura de carbono. Estas últimas tienen un valor económico elevado, pero “el Planeta no tiene precio”.
El papel de la nuclear como base, y las térmicas como energía de punta (con captura de carbono) es indiscutible, pero resulta necesario que los países que están fuertemente involucrados con la nucleoelectricidad aúnen esfuerzos en el desarrollo de módulos pequeños para ayudar a aquellos que por sus capacidades no pueden disponer de centrales nucleares en sus territorios.
Una de las responsabilidades de la energía nuclear es solucionar definitivamente la cuestión de los repositorios para los desechos radiactivos: la humanidad nos está negando una ínfima parte del Planeta para depositar nuestros residuos, mientras que el resto de las actividades utiliza toda la biosfera como repositorio libre. Es imperioso trabajar en estos puntos sin perder de vista a la opinión pública, teniendo como misión cambiar el MIEDO a la energía nuclear por el PÁNICO al cambio climático.