Desde su creación, el 18 de julio de 1991, la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC) viene garantizando la transparencia de los programas nucleares de ambos países, mostrándole al mundo que todos sus desarrollos son con fines estrictamente pacíficos. A lo largo de sus 28 años, se ha posicionado como un ejemplo para la comunidad internacional, siendo el único organismo binacional abocado a este tipo de controles. En exclusiva para ENULA, la Lic. Elena Maceiras, secretaria de la ABACC por el lado argentino, comparte la experiencia que implica ser la primera mujer al frente de esta prestigiosa institución.
Por Lic. Daniela Bentivoglio
Oficina de la ABACC en Av. Libertador al 8200. Café mediante y muchas preguntas por hacer, pero una de ellas se declara triunfadora aunque se delate evidente. Imposible evitar la perspectiva de género teniendo en frente a la primera mujer que llega a la conducción de una agencia de carácter único en el mundo. Inevitable la tentación de querer rastrear ese camino que la llevó a un puesto histórico. Planteado el interrogante, Maceiras, que es Elena, comienza a reflexionar: “Efectivamente, soy la primera mujer secretaria de ABACC, y espero que haya otras en el futuro”.
Cuando se recibió de licenciada en Física en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, en el año 1975, ya se encontraba trabajando como becaria en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Más tarde, inició su carrera dentro del escalafón de CNEA y posteriormente pasó a la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) luego de que, en 1995, la CNEA se dividiera en tres partes y se creara, como resultado, dicho organismo regulador.
“En Exactas éramos muy pocas las mujeres científicas, principalmente en Física y en Matemáticas. En esa época, esos campos académicos estaban prácticamente integrados por hombres”, advierte. “Aun así, tuve una carrera bastante buena en cuanto a oportunidades, a pesar de las dificultades con las que muchas veces nos encontramos las mujeres en el terreno profesional, pero siempre tuve ese costado que me decía que había que luchar para que esas posibilidades no fueran excepcionales y para que nosotras mismas nos atreviéramos a tomarlas. Desde aquel entonces se transitó mucho en el primer aspecto: hoy no estamos ni como nuestras abuelas ni como nuestras madres, pero todavía hay un sendero pendiente en lo que refiere a que la mujer pueda asumir esos desafíos. Hay presiones sociales que en mayor o menor medida siguen pesando”.
“A veces –continúa-, la familia y los hijos se inscriben como mandatos que impiden ver que una puede hacer las dos cosas o priorizar el trabajo y no tanto la familia. Creo que hay que generar modelos nuevos. Sí debo remarcar que cuando yo empecé mi carrera profesional tuve oportunidades y pude tomarlas, lo que no quita que mi condición de mujer me llevó a tener ciertas dificultades. Cuando nació mi hijo, por ejemplo, en la Argentina no había muchas guarderías, y en CNEA sólo existía una, en el Centro Atómico Ezeiza, pero no en la sede central. Eso fue todo un tema, porque de no haber tenido la suerte de contar con el apoyo y la ayuda de mi madre no sé cómo hubiera hecho. Recuerdo que cuando mi hijo ya tenía 17 años, continuaba firmando los petitorios para que CNEA pusiera esa guardería. Y se logró. Son pequeñas cosas que en realidad son muy grandes. Esas facilidades que luego se fueron concretando ayudaron muchísimo, pero a mí me tocaron otras circunstancias. Hoy resulta novedoso que una mujer esté al frente de ABACC, pero para mi generación era nuevo que la mujer saliera a trabajar y más aún que tuviera una carrera profesional con tanta carga horaria. Además, no siempre estuvo bien remunerada la profesión”.
“Otro punto importante son las culpas a las que a veces nos enfrentamos las mujeres”, agrega Elena. “Por ejemplo, en ese momento una parte de mi familia no aprobaba el hecho de que yo trabajara habiendo sido madre, y ese tipo de escenarios hace que algunas mujeres rechacen oportunidades laborales. Creo que si bien hubo avances también en este sentido, es importante que se dé un cambio cultural mucho más profundo”.
– ¿Cuál es tu mirada en cuanto a la forma en que las mujeres ejercen el poder? Y particularmente, ¿cómo creés que se traslada esa visión a tu conducción en la ABACC?
– “Las mujeres ejercemos el poder de una forma distinta que los hombres. No porque sean mejores unos que otros, sino porque estamos atravesados por cualidades que nos distinguen. A veces me preguntan si me hago cargo de mi función como si esto fuera una familia, y en realidad sí lo hago, porque preservo a la gente, que para mí es lo más importante de una institución. Por supuesto que tengo que ver que el sistema funcione y sea eficiente desde un punto de vista técnico, pero creo que lo primordial es que las personas que integran ese sistema se sientan a gusto, lo que luego se traduce en un mejor desenvolvimiento. Los documentos, como los tratados que le dan sentido a la ABACC, son letras muertas que sólo cobran vida con el accionar de la gente, y esa mirada para mí es primordial. Pero cada uno ejecuta el poder de modos diversos. Yo planté mi semilla, veremos qué sucede con el resto de las mujeres y cómo van evolucionando las estructuras y los modos de interpretación de esos esquemas”.
– ¿El nombramiento en la ABACC fue algo esperado o una sorpresa?
– “En verdad, no me sorprendió: en otra oportunidad me habían ofrecido el mismo puesto pero en ese entonces no pude aceptarlo. Mi madre era muy mayor y necesitaba cuidados por su estado de salud, así que no podía trasladarme a Brasil tal como este trabajo requiere. Además, mi marido tampoco quería irse de Argentina. Más tarde, por determinadas circunstancias y con mi hijo siendo un adulto, esos mandatos familiares ya no estaban y pude tomar el puesto, con el que estoy muy conforme.
Me gusta el desafío que implica tanto la labor en sí como el hecho de haber tenido que radicarme en otro país. Representar a la Argentina en un organismo binacional que representa intereses en conjunto es todo un reto, y eso implica la construcción de otro tipo de mirada”.