La energía no es solo cuestión de tarifas. Los escenarios actuales son complejos y difíciles de comprender de manera aislada. Ante el acuciante contexto macroeconómico global que nos rodea de la post pandemia, la guerra en Ucrania y el Cambio Climático, el sector nuclear argentino cuenta con un valiosísimo capital de aprendizajes que vale el esfuerzo de reactivar prontamente los proyectos de la cuarta central de origen chino y la quinta central conocida como «proyecto nacional».
Por Fabián Ruocco
Director Ejecutivo de VinTecAr 40 y CEDyAT
Ante los nuevos escenarios mundiales, la Comisión Europea reconoció a la energía nuclear como fuente de transición y contempla su inclusión en la «taxonomía verde».
Además de las opiniones de los técnicos expertos en financiación sostenible, tres comités científicos designados por esa Comisión han validado dicha inclusión, indicando que -bajo los criterios de la taxonomía- la energía nuclear no causa más daño a la salud humana o al medio ambiente que cualquier otra tecnología de generación eléctrica que se considere sostenible: el Joint Research Center (JRC) -organismo asesor de la Comisión para ciencia y conocimiento-, expertos en protección radiológica y combustible gastado del Comité Científico y Técnico de Euratom, y expertos del Comité Científico de Salud, Medioambiente y Riesgos Emergentes (SCHEER).
Por esos factores, la Comisión Europea ha propuesto incluir a la generación nuclear -bajo una serie de requisitos, los criterios técnicos de revisión (TSC)- dentro de la taxonomía como una actividad de transición de acuerdo con la normativa de la Unión Europea. El período de transición durante el cual se ha establecido su inclusión alcanza hasta 2040 para las centrales nucleares existentes y hasta 2045 para aquellas de nueva construcción.
Hace unos días, el Ing. José Luis Antunez, presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A., explicó para LPO: «La humanidad ha tenido distintas etapas de transición energética. La primera fue de la madera al carbón, la siguiente fue del carbón al gas y petróleo, y luego pasamos a la electricidad. Entonces, hasta ahora todas las transiciones simplificaron la generación de energía, fueron convenientes en términos económicos y por comodidad. En cambio en este momento estamos ante una transición energética que va en sentido inverso. En este caso no es conveniente, no tiene ventajas económicas, ni es cómoda. Es una transición que tenemos que hacer por el daño producido con la emisión de hidrocarburos».
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y la Agencia Internacional de Energía (IEA) coinciden en que es más costoso alcanzar la red cero sin energía nuclear.
El acceso a una financiación asequible será fundamental para asegurar el éxito de los proyectos y reducir el costo de la energía. Tengamos en cuenta que es Estados Unidos quien encabeza la lista con 93 reactores nucleares en funcionamiento y le sigue Francia con 56. Además, hay 50 reactores nucleares en China, ocupando, así el tercer puesto entre los países con mayores reactores nucleares en el mundo. Continúan el ránking Rusia, con 38 reactores nucleares; Japón, con 33; Corea, con 24 e India, con 23.
La comisaria europea de Estabilidad Financiera, Mairead McGuinness, aseguró ante la revelación de los planes energéticos que “la razón por la que incluimos el gas y la energía nuclear como lo estamos haciendo es porque creemos firmemente que así reconocemos la necesidad de estas fuentes de energía en esta transición“.
La Comisión propuso el plan REPowerEU, que espera que los países miembros no utilicen energía de Rusia para 2030. A esto se suman los acuerdos verdes y de la European Energy Union, que buscan acelerar la producción de gas de fuentes renovables y reemplazar el gas de origen fósil para generar calefacción y electricidad en el continente europeo.
La actual crisis de desabastecimiento que afecta al mundo ha provocado una inflación nunca antes vista, en gran medida como resultado de los últimos coletazos de la pandemia de coronavirus que se han agravado con la guerra entre Rusia y Ucrania. La escasez de productos se ha reflejado en la alta subida de precios de alimentos, energía, combustibles y otros materiales esenciales.
El mundo debería dejar de consumir en la próxima década el 80% del carbón que utiliza en la actualidad para impedir que el Calentamiento Clobal sobrepase los 1,5ºC en comparación con las temperaturas preindustriales. Sin embargo, la capacidad de las centrales eléctricas de carbón se ha duplicado desde el año 2000 hasta alcanzar los 2.045 gigavatios, tras un crecimiento explosivo en China e India. Otros 200 GW están en construcción y otros 300 GW en planeamiento, de acuerdo con Carbón Brief.
El mundo debería dejar de consumir en la próxima década el 80% del carbón que utiliza en la actualidad
Pero al margen de la necesidad de descarbonizar las economías en las próximas tres décadas, el nuevo factor a tener en cuenta es la independencia energética que buscan muchos países ante el embargo petrolero que prepara la Unión Europea (UE) contra Rusia. Además, sigue sobre la mesa de la UE un posible corte total de las importaciones de gas natural procedente de Rusia, una medida especialmente dañina para ciertos países, principalmente Alemania, la economía más grande del continente.
El renacer de la energía nuclear y el caso argentino
El director general del OIEA, la agencia atómica de la ONU, Rafael Grossi, vaticina un renacer de la energía nuclear debido a su papel en la lucha contra el Cambio Climático y por la necesidad de muchos países europeos de garantizar su independencia energética tras la guerra.
La energía nuclear es una de las mayores fuentes de electricidad baja en carbono de la Unión Europea. En 2021 produjo alrededor de una cuarta parte de la electricidad en la región. Expertos aseguran que con una inversión modesta, la mayoría de las plantas de energía nuclear existentes podrían seguir funcionando durante otros 20 años o más, brindando seguridad energética de forma sostenible. Sumado a esto, muchos países europeos están buscando la construcción de nuevos reactores que los ayuden a alcanzar la red cero emisiones (net-zero) para 2050.
La energía nuclear es una de las mayores fuentes de electricidad baja en carbono de la Unión Europea
En los últimos años la energía nuclear ha impedido la emisión de poco más de 60 gigatoneladas de bióxido de carbono; lo que equivale a dos años de emisiones globales totales.
En este sentido la energía nuclear, cuyas emisiones de gases de efecto invernadero son insignificantes, es una de las mejores soluciones a este problema. La nuclear no solo contribuye a reducir las emisiones contaminantes, sino que también produce grandes cantidades de energía para satisfacer el desarrollo futuro.
Ahora bien, desde 1950 la Argentina cuenta con un prestigioso desarrollo científico, tecnológico y constructivo, las tres patas del sector nuclear, que la han posicionado como uno de los pocos países de la región que domina gran parte de los conocimientos nucleares con fines pacíficos.
En ese contexto, recordemos que hacia 2014, el reactivado sector nuclear argentino se encontraba lo suficientemente fortalecido como para concretar el diseño, la construcción y la operación de unas cuarta y quinta centrales que produjeran nucleoelectricidad. El Estado argentino tuvo un papel preponderante al invertir sostenidamente en el desarrollo de una tecnología capital-intensiva que, sólo en el caso del proyecto de Atucha II, movilizó: 128.000 documentos de ingeniería; 43 millones de horas-hombre de trabajo nacional; más 2 millones de horas de ingeniería locales; más de 5.500 personas en el pico de construcción del proyecto en 2011, junto con 27 empresas nacionales que quedaron calificadas para proveer al sector en los próximos proyectos.
Remontar la construcción de la central nucleoeléctrica Atucha II e iniciar la extensión de vida de Embalse fueron chances históricas para recuperar las capacidades que se necesitan en el desarrollo de tecnologías capital-intensivas.
El diseño, la construcción y operación de centrales nucleoeléctricas ha sido una fuente gigantesca de fomento a las capacidades de la ciencia y la tecnología argentinas, así como de la industria nacional y el empleo local en todas sus variantes. Al mismo tiempo, también ha sido un ejercicio de coordinación de capacidades políticas, institucionales y organizacionales.
Diseñar, construir y operar centrales nucleares supone coordinar una red de elementos de naturaleza dispar: artefactos, organizaciones, conocimientos, recursos naturales, regulaciones y actores diversos (científicos, ingenieros, técnicos, políticos, militares, administrativos, diplomáticos, empresarios, sindicalistas, activistas). Para ser posibles, estos proyectos necesitaron tecnólogos e ingenieros y también una burocracia especializada que fue capaz de aceitar las articulaciones de un encadenamiento productivo, potenciando los vínculos del sector nuclear con otros ámbitos de la vida social (energía, salud, medio ambiente, universidad, unidades de vinculación tecnológica, centros de investigación, entidades del sistema de innovación nacional, entre otros).
En esta misma línea de recuperación de las capacidades nacionales para el diseño, construcción y operación de centrales se entiende la urgencia de los miembros más antiguos de este sector por resguardar un enorme acervo de activos intangibles trasvasándolos generacionalmente. Las administraciones del Estado previas al Plan de Reactivación Nuclear no consideraron que el sector incorporara gente nueva. Así, al momento de retomar la construcción de centrales nucleares faltaba, por lo menos, una generación de profesionales idóneos para la tarea. Con todo, las empresas y organismos del sector comenzaron a incorporar técnicos y profesionales de carreras afines con menos de diez años de experiencia laboral.
Desde Nucleoeléctrica destacaron que el proyecto Atucha III fue dispuesto por la ley 26.566 del 2009 y se encuentra incluido en el acuerdo firmado con China en 2014, ratificado por el Congreso Nacional como la Ley 27.122. “Esta inclusión fue ratificada por ambos países el 18 de abril de 2017 y el 27 de enero de 2022, respectivamente”, señalaron en Ambito Financiero las autoridades de la empresa estatal NA-SA.
En Argentina, el interés por desarrollar una industria nacional en torno a las actividades de diseño, construcción y operación de centrales nucleares viene de la mano con la adecuación de los diseños a las nuevas exigencias establecidas por la normativa internacional, con el fin de incrementar la seguridad nuclear en el marco de un desarrollo sustentable.
En 2016, la Secretaría de Ambiente del Ministerio de Agua, Ambiente y Servicios Públicos de la Provincia de Córdoba, autoridad de aplicación de la Ley Ambiental más completa y moderna del país, otorgó la licencia ambiental para el proyecto de Extensión de Vida de la Central Nuclear de Embalse, después de la entrega de un Estudio de Impacto Ambiental elaborado por NA-SA con la colaboración de la UVT-CEDyAT -que evaluó las diversas variables socioambientales del proyecto- y de una audiencia pública, donde éste fue examinado por la comunidad. Allí, vecinos, expertos, ambientalistas, docentes y organizaciones gremiales pidieron un nuevo requerimiento: la entrega de informes semestrales donde fuera reportada la actualización de la tarea de extensión de vida.
La experiencia de auditar públicamente el proyecto le recordó al sector que acciones como estas son constitutivas y de suma importancia en los complejos procesos vinculados con un desarrollo que incluya a todos, al poner en escena la capacidad y libertad de elección ciudadana sobre cómo es que quiere desarrollarse.
“Atucha II va a tener una vida útil de 90 años. El proyecto Atucha III va a traer 700 empleos fijos a la región, con un pico de 7.000 durante la construcción de la planta, y va a dejar alrededor de 3.500 millones de dólares ingresados al PBI, incluyendo insumos, mano de obra y tecnología de origen nacional”, repite el Ing. Antunez cada vez que tiene oportunidad de expresar su visión del futuro energético.
«Atucha III va a dejar alrededor de 3.500 millones de dólares ingresados al PBI»
Los proyectos de energía nuclear son intensivos en capital y requieren una gran inversión inicial que se amortiza a lo largo de varias décadas. Sin embargo, hacen contribuciones profundas y duraderas al desarrollo sostenible a través de la generación de electricidad asequible y limpia, mitigando y mejorando la resiliencia a los efectos del Cambio Climático y mediante la creación de empleos a largo plazo.
En estos momentos el gobierno argentino tiene entre sus manos la excepcional posibilidad de concretar proyectos tecnológicos de complejidad creciente, ofreciendo a la sociedad un modelo de desarrollo con lugar para todos. Ahora se abre la esperanza nuevamente de aprovechar y expandir nuestra ciencia y tecnología por el camino correcto. Lo importante es no demorar más.
*VinTecAr 4-0 es el Primer Polo Tecnológico Virtual de la Argentina, con más de 50 entidades del Sistema Nacional de Innovación fundado por las Unidades de Vinculación Tecnológica -Ley 23.877- en medio de la pandemia del Covid19 para pasar a un nuevo nivel de colaboración operativa según el contexto de las diferentes localidades. Una modalidad que viene utilizando el mundo desarrollado para mejorar la matriz productiva, organizacional, tecnológica y científica. El Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT) es una Unidad de Vinculación Tecnológica (UVT) dedicada a articular respuestas para las necesidades de la gestión pública, en un marco de plena transparencia. Desde 2009 desarrolla análisis, planes y estudios de diversa índole en los proyectos vinculados al diseño, construcción y operación de centrales nucleoeléctricas en el país.