Dr. Roberto D. Zysler
Investigador Superior – Conicet. Laboratorio Resonancias Magnéticas
Centro Atómico Bariloche – Instituto Balseiro
En el Laboratorio Resonancias Magnéticas del Centro Atómico Bariloche, dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, se viene trabajando desde hace tiempo con nanopartículas y magnetismo, un campo que entre otras posibilidades ofrece soluciones a problemas médicos como el desprendimiento de retina. El jefe de esta línea de investigación, el Dr. Roberto Zysler, explica en qué consiste la experiencia de trabajar con estas pequeñísimas partículas de gigante potencial.
Licenciado y doctorado en Física en el Instituto Balseiro, el Dr. Roberto Zysler se desempeña en el campo de los nanomateriales, especialmente en nanopartículas magnéticas, en el Laboratorio Resonancias Magnéticas que funciona dentro de la Gerencia de Física del Centro Atómico Bariloche (CAB). En 1992, tuvo una estadía posdoctoral en un laboratorio de magnetismo de Italia, lo que sin dudas marcaría una bisagra en su carrera: “Era el boom de los superconductores de alta temperatura crítica. En ese momento aprendí sobre las denominadas ‘partículas finas’ (‘fine particles’, más pequeñas que las ‘small particles’). Por aquel entonces no se hablaba de ‘nanopartículas’, al menos no en el sentido en el que hoy nos referimos a la nanotecnología, la nanociencia, etc.”, rememora Zysler.
En 1994 regresó a Argentina: tras aquella experiencia tan fructífera, ingresó al CONICET como investigador adjunto sin director y abrió esa línea de estudio en el país, en una época en la que muy pocos trabajaban en el terreno de las pequeñas partículas. “Había dos opciones –relata- quedarme con aquel conocimiento y guardarlo sólo para mí, o compartirlo y comenzar a trabajar con más gente”. Eligió el segundo camino, y por eso se decidió a brindar cursos en la región sobre nanomagnetismo: “Funcionó y fuimos armando un equipo de trabajo en el laboratorio en diversas líneas”.
Según señala el especialista, a principios de los 2000 surgió la posibilidad de comenzar a utilizar esas partículas en el campo de la medicina como “transportadores de medicamentos”: “Se trata de los “nanorobots”, a los que tanto miedo se les tiene, que no son aparatitos con pinzas y cámaras sino, partículas manejadas con un imán. Las partículas son muy pequeñas (algunas decenas de nanómetros), y con un imán se las puede transportar de un lado para otro. Además, se las puede diseñar: llegamos a un control muy interesante en la fabricación (en su tamaño, composición y recubrimientos), lo que responde a la obsesión que muchas veces tenemos los físicos en cuanto a la perfección de las muestras. El hecho de haber podido crear una muestra de calidad nos dio una ventaja considerable sobre lo que se estaba haciendo. La idea de utilizar estos materiales en medicina la estaban considerando químicos o biólogos que tenían el estado final del problema, el material biológico para aplicar, pero no tenían la partícula, o las que tenían no eran ideales en cuanto a que la distribución del tamaño, no era eficiente”. “Entendimos –advierte- que los físicos tenemos una gran mochila llena de soluciones, y los médicos las preguntas adecuadas, y así comenzamos a trabajar juntos, conformando grupos interdisciplinarios para hacer desarrollos”.
“Estudiamos las propiedades de las partículas en sistemas biológicos para conocer su toxicidad y cómo se incorporan, o no, en las células. Concluimos que a través de distintos procedimientos se podría matar un tumor, célula maligna, o un quiste. Es un método atractivo porque la partícula (acoplada a un medicamento) se puede transportar a donde corresponde con un imán, por lo que se estaría realizando una operación sin necesidad de intervenir quirúrgicamente al paciente. Esto es lo que se pretende hacer en un futuro cercano. Asimismo, las partículas sirven como contraste para las imágenes de resonancias magnéticas nucleares y se puede saber exactamente la posición de las partículas”, explica.
A esto se le suma el interés de desarrollar materiales nuevos. La nonociencia abrió muchas puertas en ese sentido, y bien lo sabe el Dr. Zysler: “Al achicar los materiales o al combinarlos entre sí se pueden llegar a crear materiales artificiales, que no existen en la naturaleza, lo que permite una enorme apertura de posibilidades. Por otra parte, en cuanto a lo interdisciplinario, es interesante observar y entender la respuesta de los sistemas biológicos a las partículas, al tiempo que nos focalizamos en la cura de patologías, aplicación que nos brinda muchas satisfacciones, es por eso que nos encauzamos en el desarrollo de soluciones para problemas médicos”.
Un proyecto muy interesante en el que su equipo se encuentra trabajando tiene que ver con la cura del desprendimiento de retina utilizando la nanociencia y el magnetismo: “Se contactó con nosotros un grupo de oftalmólogos que querían hacer un desarrollo muy interesante sobre esta patología que es muy común pero que no siempre tiene solución. Utilizando nanopartículas hay un cambio crucial en la forma de operar: se garantiza el éxito del 100% de los casos, incluso en desprendimientos inferiores, que suelen ser los más complicados. Hicimos todas las pruebas en animales, la fase preclínica está hecha, y luego de un tiempo considerable –dos años- conseguimos la aprobación del Comité de Ética para pasar a la fase clínica. Ya hemos hecho la primera intervención en un humano, con todos los protocolos correspondientes, y salió exitoso. Al paciente que aceptó someterse a esta prueba se le colocó un imán curvo, que diseñamos acá, fuera del ojo (recubierto con oro 24 para que sea biocompatible), y se le inyectaron las nanopartículas dentro del ojo que, bajo la aplicación del campo magnético del imán, mantuvo a la retina en su lugar hasta que terminó su cicatrización. Desde el primer día su visión fue perfecta. Al mes se retiró el imán y las partículas se redispersaron siendo reabsorbidas por el cuerpo. La biopartícula también tuvo un recubrimiento especial biocompatible. La satisfacción de saber que hay una persona caminando por ahí que se curó gracias a esta tecnología y todo el esfuerzo que esto supone es realmente invaluable. Ahora estamos a la espera del segundo paciente. Además, utilizando esta tecnología es posible curar tumores en los ojos y otras patologías”.
Por último, el especialista explicó que en Alemania se patentó y se experimenta con la idea de combatir tumores sin tener que hacer una intervención quirúrgica, por lo que las nanopartículas magnéticas tienen un potencial realmente enorme, y en ese aspecto el laboratorio de Resonancias Magnéticas del CAB también está ofreciendo su aporte: “La idea sería inyectar las partículas recubiertas en la persona que tiene un tumor localizado. Ese recubrimiento hace que se dirijan selectivamente a un tumor o bien utilizando un campo magnético que localice las partículas en el sitio de interés. Luego se aplicaría un campo magnético alterno que calienta estas partículas produciendo la muerte de las células en su entorno. Este último proceso demandaría sólo veinte minutos. Luego de la aplicación, las partículas seguirían su curso a los riñones despidiéndose del cuerpo. De esta forma se atacaría al tumor sin operar al paciente. Nosotros aportamos nuestro granito de arena en entender cómo son estos mecanismos, y estamos tratando de avanzar con la compresión del proceso de calentamiento de partículas y cómo éstas interactúan con las células. De esta forma se podría mejorar la eficiencia del tratamiento. Trabajar en forma interdisciplinaria permite obtener conocimientos muy ricos, que a su vez se aplican a la investigación básica en física, dando una retroalimentación muy útil. Es un desafío muy interesante”, finaliza el Dr. Zysler.