Tal como se anunció meses atrás, Bolivia construirá un Centro de Investigación y Desarrollo de Tecnología Nuclear. El proyecto será ejecutado por la Corporación Estatal rusa Rosatom y se prevé que entre en funcionamiento en 2019. Pero ¿cuáles serán las ventajas que implicará este ambicioso proyecto para la comunidad boliviana? ¿Se instalará una central nuclear en El Alto?
Un ciclotrón, un reactor de investigación de muy baja potencia, laboratorios e instalaciones para el despliegue de la medicina nuclear e irradiación de alimentos conforman la infraestructura del Centro que se emplazará en El Alto, cuyo objetivo es aprovechar los múltiples beneficios de la tecnología nuclear con fines pacíficos. Sin embargo, la nucleoelectricidad no tendrá lugar en estos planes: sólo se destinará a las aplicaciones no energéticas.
El Centro permitirá a la sociedad de Bolivia el acceso a servicios de salud referidos al diagnóstico y tratamiento de patologías severas. A esto se suma el potencial de desarrollo científico-tecnológico que también forma parte de la iniciativa, junto con la maximización de las capacidades agro-exportadoras posibilitadas por las técnicas de irradiación de productos alimenticios, las cuales –entre otras ventajas- prolongan su vida útil y aseguran su calidad.
“Actualmente Bolivia está iniciando su primer proyecto de gran escala, el Centro de Investigación y Desarrollo de Tecnología Nuclear, de la mano de la Corporación Rusa Rosatom, uno de los líderes de la industria nuclear mundial con reconocimiento en Argentina y a nivel global. Es importante recordar que el Centro no es una central nuclear, sino un complejo científico que tiene como objetivo ayudar a las personas en diferentes ámbitos de la vida, y gracias a eso Bolivia podrá utilizar modernas tecnologías nucleares con fines pacíficos, lo que constituye un gran punto de interés”, explica el Prof. Gerardo Quintana, experto argentino que formó parte del seminario que Rosatom ofreció en La Paz a mediados de este año.
Estas tecnologías no sólo le permitirán al país del Altiplano el ingreso a un mundo científico de privilegio, sino que, además, “resultarán extremadamente útiles para la comunidad en su conjunto, tal como Argentina viene experimentando desde hace más de sesenta años”. “Nuestro país es poseedor de una gran tradición nuclear, tenemos enormes conocimientos sobre este campo que históricamente se enfocó a las aplicaciones pacíficas”, agrega Quintana.
“Nuestros centros de irradiación y unidades de rayos gamma son muy importantes en Argentina, y han demostrado ser fundamentales para la agricultura –entre otras industrias- dado que extienden la vida útil de los productos alimenticios a través de métodos de esterilización que son seguros y con bajas dosis”.
¿Pero cómo influyen estas técnicas en la economía de un país? Y, puntualmente, ¿de qué modo impactarán en la economía de Bolivia? Al respecto, el profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires revela: “Las técnicas de irradiación resultan útiles para la comercialización de alimentos a terceros países porque evitan el desperdicio de productos frescos. La irradiación de semillas puede incrementar la productividad varias veces y aumentar la resistencia a plagas de insectos. Además, estos procedimientos son mucho más seguros que los tratamientos de cultivos con pesticidas, cuyos químicos ingresan al organismo una vez ingerido el alimento”.
Según las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) –entidad que recomienda el uso de la irradiación en alimentos- en el mundo se desperdicia aproximadamente un tercio de los productos alimenticios del mundo. “Actualmente, las tecnologías de irradiación se están empleando en casi cincuenta países para resolver esta problemática” –destaca el Prof. Quintana-.
Por otro lado, señala: “El Centro boliviano posibilitará también el desarrollo de la medicina nuclear. En la práctica mundial, con la ayuda de estas aplicaciones dedicadas a la salud, el cáncer y enfermedades cardiovasculares se diagnostican en las primeras etapas, cuando aún es posible prevenir intervenciones quirúrgicas y, por lo tanto, salvar vidas. En una región como América Latina, donde la radiación natural es suficientemente alta, la posibilidad de diagnosticar tumores malignos en una etapa temprana y garantizar un tratamiento oportuno es una necesidad vital. Por lo tanto, creo que estos usos de la tecnología nuclear deben estar disponibles en todos los países”.
Por su parte, el superintendente del Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares de Brasil (IPEN), Dr. José Carlos Bressiani, también se pronunció al respecto, a fin de clarificar las cuestiones técnicas implicadas en este proyecto: “Hay una gran diferencia entre un reactor nuclear de potencia, que produce electricidad, y el reactor de investigación que se instalará en El Alto, cuyo propósito sólo está vinculado al campo científico”.
Además de que tienen objetivos totalmente disímiles, también hay una distinción en cuanto a infraestructura: “Los reactores de investigación son tan pequeños en comparación con las centrales nucleares que prácticamente no es necesario enfriarlos, pues no pueden producir energía por sus capacidades. Como consecuencia, el volumen de agua que se requiere es realmente mínimo, incluso inferior que el consumo del edificio administrador del distrito. Esto está vinculado con el diseño de reactores de investigación y otras instalaciones tecnológicas del Centro, que tienen circuitos de agua cerrados, por lo tanto, la construcción de tales instalaciones no tendrá ningún impacto grave en el suministro de agua. Sin embargo, sus beneficios son enormes”, enfatizó el especialista del IPEN.
Los reactores de investigación resultan necesarios para el conocimiento científico y la formación de estudiantes, y se utilizan en campos diversos, como geología, medicina, arqueología, ciencia forense e industria. “El trabajo de los reactores de investigación permitirá el crecimiento del personal boliviano de científicos, ingenieros y operadores, tal como sucede aquí en Brasil”, agregó.
Por otra parte, el experto subrayó que “las tecnologías nucleares tienen una larga historia en América Latina” y que “quizás Bolivia y Paraguay sean actualmente los únicos países que no cuentan con esa experiencia”. En esa línea, y remarcando el potencial que involucra estos desarrollos, advierte: “Esta es la tecnología del futuro, y ayudará directamente al pueblo en diversas esferas de la vida. Las aplicaciones en medicina nuclear salvan vidas ante enfermedades cardiovasculares graves y el cáncer, contribuyendo al acceso a tratamientos eficientes”.
Finalmente, el Dr. Bressiani comparte una última reflexión: “El uso de las tecnologías nucleares en la agricultura aumenta la cosecha y la germinación de las semillas. Considerando que son muy útiles para combatir plagas y evitar el deterioro prematuro de los alimentos, se garantiza la calidad y se maximiza su exportación. Esto puede funcionar como un motor de desarrollo para Bolivia en áreas como la economía, industria, ciencia, y tantos otros”.