La presidencia de la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear (AATN) le otorgó una Mención Honorífica al Director Ejecutivo del CEDyAT, Lic. Fabián Ruocco, «por el mérito profesional en su aporte a los Proyectos del Sector Nuclear Argentino ante el Cambio Climático Global haciendo relucir a esa prestigiosa Unidad de Vinculación Tecnológica (UVT – Ley 23.877)». En diálogo con ENULA, el Lic. Ruocco se expresa al respecto y comparte su mirada sobre la situación energética actual.
¿Qué significó recibir esta distinción, principalmente en términos institucionales?
– A decir verdad no me lo esperaba. Pero ahora voy tomando conciencia de la responsabilidad que significa que una Institución como la AATN haya otorgado semejante reconocimiento, no solo a mi persona sino a todo el equipo del CEDyAT. Tal vez el signo más visible de esta situación nos permita difundir con mayor énfasis la urgente necesidad de prevención ante las crisis ecológicas y sociales, tal como pregonamos desde CEDyAT. Esta mención, sin dudas, es un gran incentivo para seguir adelante. Fue un verdadero honor recibirla.
Teniendo en cuenta su experiencia en el área de la energía y la sustentabilidad, ¿cuál es su apreciación sobre la coyuntura energética actual?
– Argentina necesita diversificar su matriz energética prestando atención responsablemente al impacto ambiental de sus decisiones políticas. Yo creo que como humanidad nos dirigimos indefectiblemente hacia una energía sin hidrocarburos. Eso está más que claro. En la COP 23, realizada recientemente en Alemania, quedó firme la visión de las principales potencias mundiales en cuanto a que el consenso internacional de científicos considera a los gases de combustión de los fósiles como causa principal del calentamiento global generado por el actual paradigma de progreso.
La transición ya comenzó. En las organizaciones colegas se manejan distintos plazos para el deadline del consumo de combustibles de origen fósil -carbón, petróleo y gas natural-, plazos íntimamente relacionados con los desarrollos tecnológicos asociados para producir sustitutos que funcionen. Seguramente, habrá un proceso de transición durante los próximos 50 a 70 años, es decir, antes de que termine este siglo. Durante ese período habrá un proceso de electrificación creciente en el que se irá sustituyendo la combustión en la industria, en la calefacción y en el transporte. Las proyecciones indican que habrá una caída acentuada del uso de carbón, algo menor en derivados del petróleo, y existirá un vertiginoso crecimiento del gas en los próximos 30 años para reemplazar los anteriores y producir la electricidad complementaria a las renovables, que, como se sabe, son de funcionamiento intermitente: cuando no hay viento o sol, no funcionan.
En esta etapa de transición que usted expresa ¿dónde ubica a la energía nuclear?
– La nuclear ofrece una alternativa que permite fabricar energía de forma sistemática con un nivel bajísimo de emisiones de CO2. Además, es compatible con otras fuentes renovables en una matriz diversificada y limpia. En un mundo donde los Estados cuentan con recursos limitados, una demanda por más y mejores servicios eléctricos y expectativas crecientes de los ciudadanos, la opción es seguir innovando. El desarrollo nuclear es un estratégico polo de desenvolvimiento industrial, científico y tecnológico de invalorable impacto y efecto multiplicador tanto para la economía y el empleo como para ir hacia un sistema energético seguro y moderno. Así lo entienden cada vez más países, entre ellos Suecia, España, Estados Unidos, Finlandia, China, India, Brasil, que apuestan por el mantenimiento de las centrales nucleares y la construcción de nuevas plantas.
La transición hacia un sistema energético basado en tecnologías totalmente limpias en el futuro requiere utilizar las más limpias que tenemos hoy. Y la nuclear está entre ellas.
¿Cómo valora el rol de la Sociedad Civil ante estos acontecimientos?
– Para mí, no existe un camino viable hacia adelante que no tenga en cuenta las necesidades de las futuras generaciones. Los argentinos necesitamos superar la creencia de atender sólo nuestras propias necesidades y menospreciar a quienes habitarán nuestro territorio en el futuro, por eso es importante que la Sociedad Civil participe para que ayude a las empresas a superar el pensamiento a corto plazo, el frenesí económico y el oportunismo. En esa línea, también resulta imposible pensar la sociedad civil al margen de la comunicación en su acepción más amplia, porque la esencial necesidad de generar electricidad de base (quiere decir que durante las 24 horas una Central Nuclear fabrica electricidad sin detenerse) es necesario sumar toda la potencia y los alcances que los desarrollos tecnológicos han aportado para multiplicar el impacto de los procesos comunicacionales.
Dicho de manera más contundente: la energía nuclear y la comunicación social son interdependientes y están mutuamente condicionadas. Es inimaginable pensar en medios y redes sociales si no es en el marco de una democracia participativa donde la comunidad está muy comprometida en lo cotidiano de cuidar el medio ambiente. No se puede dejar de lado su participación democrática antes y durante el desarrollo de los megaproyectos. Para que ello sea posible se necesita un sistema de comunicación del sector energético nuclear que refleje también la diversidad de perspectivas ambientales, sociales y culturales que existen en la sociedad local. Pero, en muchas ocasiones, se da una lógica extraña, como de aislamiento o distanciamiento con la sociedad. La única manera de encuadrar esta realidad dentro de una perspectiva plural y diversa es mediante el establecimiento de las normas surgidas en la democracia misma que garantizan la pluralidad y pongan de cara a la sociedad las diferentes situaciones en las Audiencias Públicas. Lo peor que puede suceder en una comunidad es enterarse por los diarios o por las redes sociales de que cerca de su casa van a construir una planta energética. Desde el vamos le producirá una resistencia e impactará negativamente al no haber sido consultada o informada previamente.
¿Esa lógica cree que se aplica a cualquier tipo de proyecto industrial o sólo a lo nuclear?
– Es muchísimo más abarcativo. Sucede con las represas hidráulicas también, y con cualquier proyecto de infraestructura pública, ni que hablar de la megaminería. Si la ciudadanía no tiene la posibilidad de acceder a fuentes diversas y alternativas de información y participación sobre un proyecto determinado, si quienes piensan de manera distinta no encuentran canales adecuados para expresarse sin condicionamientos, lo que está en juego no es solamente el derecho a la comunicación, sino la democracia misma. Riesgo quizás no advertido por buena parte de la autoridades políticas y empresarias que, sin embargo, sufrirán las consecuencias con fuerte impacto cuando alguna minoría activa impida que el potencial proyecto se concrete. Como claro ejemplo tenemos lo sucedido en la Provincia de Río Negro con el rechazo de la sociedad ante el posible desarrollo de la Quinta Central Nuclear. Eso ha marcado un antes y un después en la historia argentina del sector nuclear.
Por último, ¿qué lugar tienen las instituciones gubernamentales y las empresas en este entramado?
– Creo que en lo que va del siglo todos estamos atentos a las extraordinarias oportunidades para innovar que pueden presentarse, cuando dejamos de tener una mentalidad temerosa y reactiva. Uno empieza a darse cuenta de que los profundos problemas que hoy enfrentamos no son el resultado de la mala suerte o de las actuaciones de unos pocos codiciosos: son el resultado de una manera de pensar cuyo tiempo ya pasó. Retener información no da poder: cuanta más comunicación circula en la sociedad más poder se tiene. Sino pregúntenle a los dueños de Google. Cambió el paradigma. Es aquí cuando descubrimos que las instituciones importan, y mucho. Es fundamental que se piense y se actúe de manera interdependiente entre las organizaciones públicas, las empresariales y la comunidad. Insisto con la idea de que tenemos nuevas oportunidades a explorar para superar los efectos secundarios de la antigua era industrial. El CEDyAT se propone contribuir es ese sentido, y volviendo a la distinción que nos otorgó la AATN, realmente es grato que se reconozca el esfuerzo que institucionalmente venimos haciendo.