En ocasión del quincuagésimo aniversario del TNP, ENULA dialogó con Roberto Ornstein, quien a través de su extensa carrera en la Comisión Nacional de Energía Atómica tuvo una participación muy activa en materia de Relaciones Internacionales y desarme nuclear.
“Mi acercamiento con este tema comenzó en 1968 cuando formé parte de la Delegación Argentina que negoció en México el ‘Tratado para la proscripción de las armas nucleares en América Latina’ (Tratado de Tlatelolco), que estableció la primera zona libre de armas nucleares en el mundo, anterior al TNP. Posteriormente, y a partir de 1979 -año en el que ingresé en la CNEA-, y hasta 2006 en calidad de Gerente de Relaciones Internacionales, tuve participación en todas las actividades relacionadas con la posición argentina respecto del TNP y el Tratado de Tlatelolco. También, en las negociaciones con Brasil que culminaron con la firma del ‘Tratado para el uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear’ (Tratado de Guadalajara), el establecimiento de la Agencia Brasileño Argentina para la Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), y las negociaciones conjuntas con Brasil para la aplicación de salvaguardias amplias en ambos países por el Organismo Internacional de Energía Atómica, que posibilitaron la adhesión de ambos países a los tratados de Tlatelolco y TNP”, explica Ornstein enmarcando la entrevista.
– ¿En qué consiste el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP)?
– En extrema síntesis, el TNP básicamente establece el compromiso de los estados partes que a la fecha de su firma (el 1º de julio de 1968) no poseían armas nucleares, a no adquirirlas en el futuro por ningún medio (desarrollo, adquisición, transferencia, etc.) y a poner todas sus instalaciones nucleares de uso pacífico bajo supervisión internacional a través del sistema de inspección (salvaguardias amplias) del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), a fin de garantizar que las mismas no fuesen en el futuro dedicadas al desarrollo de armas nucleares.
Como contrapartida, el Tratado reconoce el derecho inalienable de todos los estados al uso de esa energía con fines pacíficos, y los estados poseedores a esa fecha de armas nucleares se comprometen a negociar de “buena fe” medidas eficaces relativas a la cesación de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear mediante un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional, lo cual aún no ha sido cumplido.
– ¿Cuál cree que es el aporte de este Tratado para la paz y la seguridad global?
– Para analizar el aporte del TNP a la paz y la seguridad global resulta ineludible considerar el contexto internacional en el que se negoció, allá por la segunda mitad de la década de los años sesenta. En la posguerra de la “Segunda Guerra Mundial” y en el marco de la “Guerra Fría”, los cinco países ganadores de la primera (Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y la República Popular China, conocidos posteriormente como “Club Nuclear”) en ese orden desarrollaron sus arsenales de armas nucleares. Dado el innegable valor estratégico de las mismas, todos ellos, pero principalmente los Estados Unidos y la Unión Soviética, coincidían en un interés común en consolidar su privilegiada posición y en evitar que otros países las adquirieran poniendo en riesgo el delicado equilibrio mantenido entre los dos bloques contendientes en la “Guerra Fría”. Por ello, tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética propiciaron a partir de 1965, en el marco de la Organización de las Naciones Unidas, la negociación de un tratado que garantizase el mantenimiento de la situación descrita. Resultado de ello fue la concertación del TNP que, por un lado, legaliza la posesión de armas nucleares por parte de las cinco potencias mencionadas (que se mantiene en la actualidad) y, por el otro, procura evitar eficazmente la proliferación de las mismas a otros estados. Esta situación, que con el tiempo se fue consolidando, se convirtió en la piedra basal de todo el sistema paulatinamente establecido por la comunidad internacional para la no proliferación de las armas en cuestión.
– Teniendo en cuenta que uno de los puntos de mayor cuestionamiento hacia la actividad nuclear apunta justamente al riesgo de que algunos países no la desarrollen de un modo pacífico en la práctica, ¿cree que la existencia de este acuerdo y la difusión de sus alcances puede colaborar para mejorar el posicionamiento de la energía nuclear en la sociedad?
– Teniendo en cuenta que las disposiciones del TNP y el sistema internacional de no proliferación elaborado sobre la base del mismo han resultado muy exitosos (pues de los más de 180 estados partes en el tratado sólo uno -Corea del Norte- lo denunció y desarrolló armas nucleares), y que en el caso de otros cuatro dicho sistema detectó prematuramente la existencia de actividades en tal sentido permitiendo la oportuna adopción de medidas disuasorias, resulta legítimo afirmar que la existencia de este acuerdo y la adecuada difusión de sus alcances y éxitos pueden colaborar en el mejoramiento del posicionamiento de la energía nuclear en la opinión pública, al acotar el riesgo que implica para la sociedad su potencial uso con fines bélicos. Fuera de los ya mencionados, los únicos tres casos de desarrollo de armas nucleares producidos han sido los de Israel, India y Paquistán, que nunca fueron partes del TNP.
– ¿Cuál ha sido la actitud histórica de Argentina en cuanto a este Tratado?
– La actitud inicial argentina con respecto al TNP (que perduró hasta su adhesión al mismo en 1994) fue de mucha cautela, justificada por la extrema desigualdad en las condiciones en él establecidas en lo que respecta a los estados poseedores y no poseedores de armas nucleares, a la prohibición absoluta del uso de explosiones nucleares con fines pacíficos (que sí estaban permitidas en el previo “Tratado para la proscripción de las armas nucleares en América Latina” de febrero de 1968) y al temor de que las disposiciones de su letra limitasen de algún modo el desarrollo de ciertas tecnologías nucleares con fines pacíficos (principalmente el enriquecimiento de uranio y el reprocesamiento de combustibles nucleares gastados). La Argentina (al igual que Francia) sostuvo en el ámbito de las Naciones Unidas que se trataba “del desarme de los desarmados”. Por otra parte, veinte países (además de la Argentina, Brasil, España y Egipto) se abstuvieron en la votación oportunamente realizada en el seno de la mencionada organización internacional para la aprobación del Tratado. Finalmente, nuestro país adhirió en 1994 al TNP, como consecuencia de los acuerdos con Brasil en el campo nuclear logrados a partir de la Declaración de Fox de Iguazú de 1990.
– ¿Cómo valoraría la labor del Grupo de Suministradores Nuclear (GSN) –y otras instituciones- en esta temática, dado que sus funciones también colaboran con la no proliferación de armas?
– El Grupo de Suministradores Nucleares (GSN), creado en 1974 a raíz de la realización de una explosión nuclear por un país no poseedor de armas nucleares (la India) utilizando tecnología nuclear e instalaciones transferidas sin la suficiente garantía por Canadá, constituye actualmente un componente ejecutivo de primordial importancia en el sistema internacional de no proliferación de las armas nucleares, a través de la implementación de dos conjuntos de directrices para las exportaciones nucleares y las exportaciones relacionadas con tecnologías nucleares respectivamente. Las Directrices del GSN también contienen el llamado «Principio de no proliferación», adoptada en 1994, por el que un proveedor, sin perjuicio de otras disposiciones de las Directrices del GSN, autoriza una transferencia sólo cuando considere que la transferencia no contribuiría a la proliferación de las armas nucleares. Ese principio busca cubrir los casos singulares pero importantes en los que la adhesión al TNP o a tratados estableciendo zonas libres de armas nucleares no resulte por sí misma garantía de que un determinado estado continuará compartiendo sistemáticamente los objetivos del tratado o cumplirá permanente las obligaciones establecidas en el mismo.
– Por último, ¿cree que sería necesario intentar mejorar los alcances del TNP?
– La única modificación que mejoraría sustantivamente los alcances y resultados del TNP constituye en la actualidad una verdadera utopía: la renuncia por parte de los países poseedores de armas nucleares a las mismas y su adhesión plena a las disposiciones de verificación internacional de todas sus instalaciones nucleares. Ello aumentaría a su vez las posibilidades de que los restantes países que hoy disponen de armas nucleares también renuncien a ellas, aunque esto tampoco quedaría garantizado automáticamente por cuanto esa posesión responde a situaciones estratégicas de orden regional.