El Presidente de Nucleoeléctrica Argentina compartió su mirada sobre la actualidad y futuro del sector nuclear adelantando las proyecciones sobre las tan esperadas IV y V centrales y los otros proyectos que están en carpeta mientras se avanza con los contratos con China.
Por Lic. Daniela Bentivoglio
-Mientras se espera que la IV y V centrales vayan prosperando, ¿en qué otras iniciativas estará ocupado el sector, además del Proyecto de Extensión de Vida de Atucha I?
-En este período de transición, a la industria manufacturera le estamos ofreciendo, además de la Extensión de Vida de Atucha I, otro proyecto importantísimo que es el Almacenamiento en Seco de los Elementos Combustibles Quemados (ASECQ) del Complejo Atucha I-II, una iniciativa muy grande, del orden de los 300 millones de dólares, que vamos a realizar con la CNEA como tecnólogo y con la industria nacional como proveedora. Así que para la industria manufacturera nacional tenemos: en lo inmediato, Extensión de Vida de Atucha I y Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Quemados; y ni bien recuperemos la ingeniería del Proyecto, se sumarán los componentes nacionales para el Proyecto Nacional y todo lo que se pueda elaborar localmente para el proyecto Hualong. Estamos en pleno proceso de recuperación de las capacidades nacionales.
-En cuanto a los tiempos, ¿cuándo está previsto el inicio de la IV central y cuánto demoraría su construcción?
-Son estimaciones, pero la más razonable es que podamos firmar el contrato con la compañía nuclear china (China National Nuclear Corporation -CNNC-) para fin de año. A continuación vienen los proyectos necesarios para insertar esa contratación con la CNNC en base a las condiciones del tratado País-País, que son muy exigentes. Principalmente hay que determinar la razonabilidad del precio, las condiciones técnicas del proyecto, y que las condiciones financieras sean las mejores para el país. Eso se hace a través de la aprobación por parte de la Secretaría de Desarrollo Estratégico de la Presidencia de la Nación de la elegibilidad del proyecto dentro de las estrategias de inversiones del país y mediante la aprobación por el Ministerio de Economía de las condiciones de financiamiento y términos del contrato financiero. Es un proceso que lleva tiempo, requiere de un trabajo muy grande en ambos frentes, tanto en lo técnico como en lo financiero, con lo cual asumimos que el comienzo del proyecto de uranio enriquecido será a mediados del año próximo.
Ya estamos lanzando el estudio de impacto ambiental de la central y también las obras en el sitio necesarias para su instalación adelantándolas a la ejecución del contrato: las obras en el sitio son las mismas para cualquier central que uno haga. Adelantarlas nos permitirá ahorrar tiempo en el total del proyecto, que estimamos tendrá una duración de ocho años desde el inicio de las obras.
-¿Y para el Proyecto Nacional cuáles son las previsiones?
-La recuperación de la Planta de Agua Pesada, la ingeniería para compra de componentes y la preparación de esas especificaciones para que nos pueda cotizar la industria nacional es un proceso que nos va a llevar más de un año. Durante el 2023 calculo que estaremos recibiendo los primeros componentes. Cuánto van a tardar las obras dependerá de cuándo podamos iniciarlas porque las primeras disponibilidades las vamos a destinar íntegramente a la industria manufacturera nacional.
-Con estas dos centrales se estaría duplicando la participación nuclear en la matriz energética nacional. ¿Qué reflexión puede hacer al respecto y qué le diría a aquellos que cuestionan este plan argumentando que estamos yendo a contramano de ciertos países que, como Alemania, están en pleno “apagón nuclear”?
-Mi primera reflexión es sobre la continuidad de los programas. Lo nuclear ha tenido dos baches muy grandes. El primero comenzó hacia finales de los ’80 hasta el 2005, fue profundo, largo y casi llegó a desaparecer al programa nuclear argentino. Luego tuvimos el bache 2016-2020, en el que se anuló buena parte del programa nuclear, borrando del horizonte al Proyecto Nacional y no concretando tampoco el proyecto Hualong. Con estas discontinuidades es muy difícil lidiar. Yo conceptúo que si el plazo medio de construcción para las centrales nucleares es de 8 a 10 años, por lo menos cada 5 habría que ir largando regularmente una central nueva.
Respecto a quienes dicen que vamos a contramano de Alemania yo les respondo que vamos a contramano de Alemania en unas cuantas cosas, de las cuales lo nuclear no es lo único: vamos a contramano en cuanto al progreso científico, industrialización, manufacturación de componentes sofisticadísimos. Ahora, ¿cómo va Alemania con respecto al resto del mundo? No todos los países están disminuyendo sus planes nucleares: basta ver los casos de China, India y Rusia. Es cierto que en la Europa madura algunas naciones están disminuyendo su consumo eléctrico por unidad de PBI y por ende están ralentizados completamente sus programas nucleares. Hoy, en toda la Europa tradicional, si no contamos las unidades de la Rusia europea, hay tres centrales en construcción: dos en Finlandia y una en Francia. El resto parece estar en un programa de decrecimiento de la industria nuclear.
Estados Unidos está estable en su flota, con más de 90 reactores, pero sus extensiones de vida han sido el equivalente a la incorporación de unos 7 reactores nuevos. Alemania, Suecia y Francia son economías extremadamente maduras. Los invito a mirar las naciones en otro estado de desarrollo, y ahí vamos a encontrar que mientras hablamos de tres centrales nucleares en toda Europa, en el resto del mundo hay 51 centrales en construcción. La evolución nuclear de China, por ejemplo, ha sido asombrosa, no van a tardar en alcanzar la flota de Estados Unidos. Japón ha ido rehabilitando sus centrales nucleares y la India tiene un programa de construcción nuclear extremadamente activo. Así que a aquellas personas les diría que comparar parcialmente con una sola nación muy desarrollada no me parece que sea lo más adecuado.
-Para ir cerrando la entrevista, otro punto que suele traer mucho debate en la opinión pública es el tema de los combustibles nucleares. ¿Qué podría explicar al respecto?
-Desde que prendimos fuego en la puerta de la caverna hemos estado alterando el medio ambiente. Somos veteranos en la emisión de carbono. Todo proceso de producción implica una cierta disrupción en el ambiente. Hay algunos que son muy poco disruptivos y otros que son muy disruptivos. Después están los residuos mismos de esos procesos y cómo cada industria dispone de ellos. Hay quienes los arrojan a la atmósfera, como residuos de combustión y hay quienes no los producen, como la eólica y solar que no generan desperdicios fuera de los industriales, y la hidráulica que si bien impacta el medio ambiente no genera residuos en el proceso de producción eléctrica.
La nuclear no genera nada que no controle por sí misma. No emite dióxido de carbono a la atmósfera y lo que queda del proceso es una pequeña cantidad de combustibles quemados que se almacenan porque todavía contienen una gran cantidad de energía utilizable en otro tipo de reactores con el adecuado reprocesamiento. Todas las centrales del mundo conservan el combustible quemado en piletas de enfriamiento. Para graficar los volúmenes: una planta de carbón, de potencia comparable a Atucha II produciendo las 24 horas, necesita 12.000 toneladas de carbón por día, equivalente a un barco Panamax cada 5 días. Ese carbón se transforma en dióxido de carbono que escapó a la atmósfera y en residuos de cenizas y de otro tipo en un volumen muy grande. Atucha II en ese mismo período ha utilizado 185 kilos de uranio para producir la misma cantidad de energía.
Todo el combustible que quemó Atucha I en sus 47 años de existencia está almacenado en la pileta de la central que estamos por pasar a almacenamiento en seco. Es un volumen pequeñísimo que se reduce aún más si uno lo reprocesa para volver a generar energía con el añadido de que produce energía de nuevo. Así que hay un residuo de larga vida pero su volumen es muy reducido. Ya hay varias naciones, como Francia y Japón, que están reprocesando el combustible para volver a utilizarlo en otros reactores. Así que lo cierto es que queda el combustible quemado en un volumen pequeñísimo que además sirve para volver a generar energía. No me parece una situación dramática en lo más mínimo.
-Otro punto de interés del Plan de Acción de Nucleoeléctrica Argentina es el fortalecimiento de las relaciones con Electronuclear de Brasil. ¿Cuáles son los objetivos de este acercamiento?
-Con Brasil, aparte de la vecindad, del Mercosur y del entusiasmo por ambos sistemas nucleares, compartimos un reactor de diseño muy parecido (RA-10 y RMB). Hoy Brasil tiene dos centrales en funcionamiento y una en construcción que está demorada, un caso parecido al de Atucha II, que ahora aparentemente se va a completar. Angra II es un reactor de diseño alemán que, si bien funciona con uranio enriquecido y agua liviana, es bastante parecido al de Atucha II. Así que a lo largo del tiempo fuimos intercambiando experiencias y llevando a cabo una actividad que es muy específica de nuestra empresa: la determinación del envejecimiento de reactores a través de ensayos no destructivos. Hemos logrado una larga vinculación de experiencias operativas comunes y de actividades en ensayos no destructivos. Pensamos seguir profundizando esta relación porque son vinculaciones de alta calidad técnica, mutuamente enriquecedoras.
-Por último, ¿cómo le gustaría coronar su carrera después de tantos desafíos logrados?
-El General Marshall, Jefe de Estado Mayor de los Estados Unidos en la Primera y Segunda Guerra Mundial, siempre decía “hay que cambiar de libreto entre guerra y guerra porque el enemigo también leyó la historia”. Acá el enemigo es el tiempo. El proyecto Atucha II lo dirigí yo personalmente. Hoy estoy volviendo a reconstruir el grupo, y el Directorio de NA-SA es un excelente ejemplo al respecto con sus tres franjas etarias. Entonces, antes de que se extinga mi posibilidad laboral, mi misión no es haber terminado las dos nuevas centrales sino haber dejado esos proyectos bajo la conducción de gente que estamos seguros que los va a poder completar. De esa manera, uno emprende tranquilo la tarea porque estos proyectos son largos. Hemos encontrado, así, la manera de que yo pueda transmitirles lo poco que sé y que ellos continúen con el testimonio completando las centrales y manteniendo viva la llama del entusiasmo.